A MEDIO CAMINO.

Se rompió la «maldición» de las cenas sanperas, en las cuáles existe la desfavorable tendencia de venir acompañadas de una derrota previa. Dejando al margen el papel del «A» en Pallejà, lo cierto es que el punto rescatado última hora con gol de Óscar Yeste, tras una gran jugada de Jesús por la derecha, pareció a poco, comparado con lo que se pudo haber logrado. No solo por el polémico gol anulado a falta de dos minutos para el final, al señalarse un dudoso fuera de juego de Berni antes de dar el pase de la muerte tras una contra, si no porque, sin haber realizado un fútbol brillante, el Sanpa dispuso de ocasiones suficientes para haberse adelantado en el marcador. Y porque tampoco era de justicia caer derrotado en un encuentro en el que apenas concedió dos disparos a puerta en todo el partido, y uno de ellos acabó en gol. A diferencia de otros encuentros, la clave no estuvo en ningún error defensivo, si no en la falta de «punch» en ataque, que se prodigó tanto como tan falto estuvo en la definición final.

Todo ello, teniendo en cuenta que, antes de los dos minutos de juego, Carlos Romero tuvo un mano a mano contra el portero rival tras recibir un magistral pase filtrado de Yeste, al que respondió con rapidez el arquero local para enviar a córner. O que Berni remató de cabeza algo flojo a las manos del portero, en buena llegada al segundo palo (min.5) o Toni perdonó ante el portero lo que a principios de temporada no fallaba (min.6). Eran momentos en los que el Sanpa no ejercía un dominio aclaparador, dado que se pudieron ver algunas lagunas, pero se sentía cómodo en el campo, con Óscar moviéndose como pez en el agua y Vega dando dinamismo a un partido, lo que se acababa materializando en ocasiones de gol que no acababan de definirse.

Así transcurriría todo el primer tiempo. El Sanpa parecía incapaz de plasmar una superioridad, intercalando momentos de buen juego y ocasiones bastantes claras con «pájaras» monumentales e inexplicables pérdidas de balón. Era como un monólogo mal articulado dónde no se sacaba provecho ante un rival que daba la sensación de renunciar al balón, pero no así al partido, ya se mantenía muy concentrado en su papel defensivo a la espera de que llegara su «momento».

Y vaya si llegó. En la primera aproximación al área de David, a inicios de la segunda parte, aparecería el 1-0. Una pérdida de balón y una rápida contra acabó con un centro bombeado al área  que despertó la precognición clásica:  van a llegar una vez aislada y la van a clavar.  Dicho y hecho: potente remate en volea y gol por toda la escuadra. Un señor Gol, eso sí. Se daba inicio a una contrareloj.  David salvaría el 2-0 en un mano-a-mano, minutos después.

No valía ahora la estrategia de «parecemos mejores, seamos pacientes» . Había que ir a por el empate y el tiempo corría en contra. Al principio con algo de torpeza, cada vez algo mejor, el Sanpa comenzó a llegar con claridad. Micki envió a las nubes un disparo con toda la portería a favor y Toni seguía fallando ante el portero, pero la tentación a la suerte y la insistencia era tal que debía llegar de una manera u otra el empate. No podía ser verdad tanto gafe. Tal vez por ello, tuvo que aparecer Jesús por la banda derecha, en una incorporación de larguísimo recorrido, para llegar a línea de fondo y hacer el pase de la muerte para Óscar.  No podía fallar, ¿verdad?   Pues aún hubo que frotarse los ojos antes de ver el balón en la red porque la defensa se lanzó a tapar el remate desde el punto de penalti del «Arquitecto» Yeste y casi lo consigue: el rebote hizo un extraño hacia portería y acabó entrando en el marco pegadita a poste. Más emoción, imposible (1-1. Min. 80). El precio del gol se estaba cotizando altísimo en el Ibex, por lo que se ve.

Y no se rebajaría.  El «atac-i-gol» de los últimos 10 minutos parecía que tendría su premio en forma de remontada y victoria. Por eso, cuando llegó el segundo gol todo indicaba que sonaba un canto liberador. Pero, ¡qué va!  Lo único que se liberó sería el pitido del árbitro, señalando un fuera de juego más que dudoso de Berni en una de sus múltiples llegadas por la banda izquierda, para desesperación del banquillo. Ciertamente, ese gol hubiera sido un poco cruel para los locales y su numantina resistencia durante todo el partido. Sin embargo, no es de recibo anular un gol simplemente para no «romper corazones». Aunque siempre se podrá decir que el Sanpa no debió haber esperado hasta el final para buscar la victoria. Tal vez por ello, era un «castigo poético» por no haberse impuesto con anterioridad y haber reaccionado solamente cuando tuvo la soga en el cuello.

Por lo tanto, reparto de puntos y esperemos que, en las próximas citas, no se dejen los «deberes» hasta última hora. Este equipo, si está centrado, tiene mucho más por dar.