BAJO MÍNIMOS.

A pesar de la derrota, el discurso del capi fue memorable y el Ajuntament se plantea llamarlo para las fiestas de Sant Joan.

No pudo ser. La negativa del Igualada a aplazar el partido por falta de efectivos obligó a «exprimir» a la plantilla presente y, con lo puesto, el Sanpa tuvo que afrontar un duelo como pudo en plena epidemia de bajas. En esta ocasión, el voluntarismo sanpero no fue suficiente y, pese a las enormes limitaciones, supo dar la cara ante un rival que sacó provecho de sus recursos y de su experiencia para llevarse la victoria. No fue la brillantez lo que resolvió partido, si no ciertos detalles que favorecieron a quién supo sacar partido de sus fortalezas y mitigar mejor sus debilidades.

Perjudicó mucho al Sanpa ir a remolque. El 0-2 en el marcador fue una losa enorme cuando no cuentas con tu mejor versión y estás lejos de la plenitud física. Especialmente cuando te topas con un rival muy ordenado, que no corre riesgos y juega con inteligencia. El gol de «Deivid» Moyano, al transformar una pena máxima, abrió la posibilidad a lograr la hazaña de puntuar, algo que duró algunos minutos. Pero la ilusión moriría al llegar el definitivo 1-3, que segaría las esperanzas de un equipo verdiamarillo que dio la cara y que promete mejorar sus prestaciones a medida que recupere sus efectivos y acondicione más su forma física.

En su libro, esta seguidora habla de su amor por el Sanpa.

La próxima semana, haciendo honor a su nombre, espera un rival especialmente rocoso. El Sanpa viajará a Castelldefels para jugar contra uno de los equipos más en forma de la competición, en la cuál solo ha pinchado en un ocasión (precisamente en Igualada, por la mínima) y suma 11 goles en 4 encuentros. Un nuevo desafío, que pondrá a prueba la fortaleza de nuestro equipo.