DURO CORRECTIVO.

A ver, chicos, ¿creeis de verdad que necesitamos repescar a Rafi como revulsivo?

Ha comenzado mal el nuevo año. La UD San Pancració sufrió todo un descalabro ante el Esparreguera Athletic, que sacó a fluir todo su potencial para acabar arrollando a un conjunto local que pareció no haber despertado aún de su letargo navideño y acabó viviendo a lo largo de la tarde una de sus peores pesadillas futbolísticas.  Pese a las buenas intenciones, todo le salió del revés. Si la experiencia, hace dos meses en casa contra la Palma de Cervelló, ya había sido un aviso de lo que podía ocurrir cuando uno tiene mal día y se enfrenta a un rival efectivo e intenso, capaz de ir dos marchas más rápidas, lo vivido este pasado domingo fue un recordatorio en toda regla de que las cosas aún pueden ser peores si no se aprende de ello.  Permitir que tu oponente juegue y te haga jugar a su merced, sin hallar la manera de poner remedio al respecto, supone unos riesgos de goleada como la que se acabó materializando.

Si no es Lupus, ¿qué demonios le pasa al Sanpa?

Para la UD San Pancracio fue una tarde muy muy sombría, en la que todo comenzó a torcerse desde buen inicio. No habían transcurrido ni 90 segundos de partido y el conjunto verdiamarillo ya había regalado un libre indirecto dentro del área por cesión al portero, había permitido un remate de cabeza al palo y había concedido un penalti de lo más absurdo (por coger una pelota con la mano sin darse cuenta que ya estaba en juego), en un cúmulo de despropósitos que denotaron cierta falta de concentración. Un arranque realmente desastroso (0-1. Min.3). Sin embargo, durante un buen rato, aún daría la sensación de que este mal arranque podía arreglarse y, tal vez, la situación se  podía enderezar para poder competir, en parte gracias al gol de Álex Arévalo, que remató de cabeza un saque de esquina botado por Romero (1-1. Min. 10). Pero, a tenor de lo visto después, esta impresión no dejaría de ser algo fallida, un espejismo, puesto que la terca realidad se impondría y, pasado el ecuador del primer tiempo, el Esparreguera Athletic volvería a tomar el mando del encuentro y no lo cedería más hasta el final.

Los tertulianos confirman que Morata no vendrá al Sanpa porque sospecha que va a jugar poco.

Como quién se levanta con el pie izquierdo y parece preso de un mal fario, en tan solo cinco minutos, el resultado pasó del 1-1 a un 1-3, que pondría por entonces muy cuesta arriba las opciones sanperas. Y lo que es peor, que podrían haber sido alguno más, puesto que los «verdes» enviarían un balón al larguero y otro al palo. Incluso Óscar salvó un mano a mano ante un delantero visitante, impidiendo un cuarto gol que, por el contrario, llegaría dolorosamente justo antes del descanso. Que si un atacante era capaz, dentro del área, de bajar un balón aéreo entre tres defensas y sacar el disparo sin oposición, que si le cogen la espalda a la defensa tras una pelota perdida en el medio del campo, que la segunda línea de ataque rival era más rápida que los apoyos en el repliegue…  al final, los indicios clásicos de cómo un equipo experimentado y enchufado pasa por encima de otro que no acaba de pasar un momento precisamente agradable en el campo.

Con el lastre añadido de tres lesionados durante el primer tiempo, los segundos 45 minutos fueron un suplicio mayor para el Sanpa, que vería como la ventaja del Athletic siguió incrementándose. Recordó bastante al encuentro que disputaron la temporada pasada los jóvenes del San Pancracio B en Esparreguera (6-0), en el que, sin hacerlo tampoco mal, fueron doblegados inmisericordes ante la superioridad técnica y táctica de un equipo más experimentado y conjuntado, ante el cuál toda buena intención o acción infructuosa acababa obteniendo como respuesta un gol en contra fruto de la efectividad y la precisión de quién tiene muchas horas de fútbol en sus botas.

A este aficionado escocés también le afectó mucho la derrota

Por lo tanto, una vez concluido el partido, no le queda más opción al Sanpa que pasar página, olvidarse del resultado, procurar aprender de lo ocurrido y trabajar para que no se repitan más ni lo errores ni las malas sensaciones vividas. La próxima semana comienza la segunda vuelta y lo hace con reválida. El duelo ante el Corbera, en casa, no solo es un nuevo desafío que nada tiene que lo acontecido en la pasada jornada, si no que ofrece la oportunidad de redimirse de todas las frustraciones pasadas. Además, permitirá acabar la tarea que quedó pendiente el día de estreno en esta liga: ganar finalmente a un rival que te neutralizó un 0-2 cuando lo tenías todo a favor para llevarte la victoria. Es hora de demostrar que se aprende de los errores y dar inicio a lo que deber ser una extraordinaria segunda fase del campeonato.